Desde el principio de los tiempos, el hombre siempre miró al cielo para buscar a Dios; sobre todo para entender la causa de todo lo que no entendía, la lluvia, los rayos, las tormentas, los ciclos lunares, la fertilidad de la primavera, las tempestades… Y aún hoy, entrado el nuevo milenio, con toda la Ciencia en la mano, sigue mirando al cielo cuando necesita entender una Naturaleza que nunca se doblegó a los deseos humanos, ni a sus necesidades.
Precisamente una de las necesidades más acuciantes del hombre fue el agua, y la ausencia de lluvias, las terribles consecuencias de los largos periodos de sequía, le hizo mirar desde muy antiguo, de nuevo, al cielo, implorando a los dioses. La práctica no desapareció con la llegada del cristianismo, multiplicándose las rogativas por la lluvia, entendidas como oraciones públicas hechas para pedir a Dios el remedio a la sequía, por intercesión de la Virgen o un santo milagroso del lugar, que solía ser sacado en procesión por las calles o “asomado” a los campos en una metafórica mirada protectora de lo sagrado hacia el lugar. Las oraciones públicas en el templo se concretaban en misas o novenarios.
Membrilla ha sido siempre una población agrícola y la necesidad del agua para los cultivos, una constante a lo largo de su historia. Por eso nunca faltaron las rogativas a las imágenes que mayor devoción recibían entre los vecinos: la patrona, la Virgen del Espino, Ntra. Sra. de los Remedios, vinculada al convento trinitario, y, desde el siglo XVII, la imagen de Nuestro Padre Redentor Jesús Nazareno. No faltarían tampoco las dirigidas a algún santo de especial devoción entre los vecinos. En muchos casos, cuando se registraba una rogativa no se especifica si su fin fue la demanda de lluvia o la protección ante plagas como la langosta o enfermedades como el cólera y la gripe que asolaron la población. Por ironías de la naturaleza, también tuvieron que hacerse rogativas para que se detuviesen los temporales de agua que incluso provocaron inundaciones en toda la Vega del Azuer.
Respecto a la sequía, nuestro vecino Pedro Almarcha ya nos documenta en su libro “Ntra. Sra. del Espino, Patrona de Membrilla” la existencia de estas rogativas a la Virgen para pedir el agua desde el siglo XVII, rezos que incluían procesiones generales de la imagen y novenarios. Se celebraban sobre todo en abril, cuando una primavera extremadamente seca amenazaba con dañar los cultivos “con lo que los panes se pueden perder”, describía algún acuerdo de la época. Elegimos sólo una de esas referencias, ejemplo de todas las que se sucedieron en siglos posteriores: “Dijeron que por cuanto es necesario por la falta de agua que hay y la mucha devoción que esta villa tiene con Nuestra Señora del Espino, que se ha de traer a la parroquial de esta villa con procesión, para que suplique a su precioso Hijo nos envíe temporal, cosa que se necesita mucho en esta villa y es necesario para que esta villa esté con la decencia que se debe gastar cera y otras cosas para ello.(…) Que por cuanto hace novenario en la iglesia parroquial de esta villa para hacer rogativas para la falta de agua decretaron y mandaron que el ayuntamiento de esta villa acuda desde mañana que se contarán 11 de mayo a la rogativa que se ha de hacer a tener la cera y pedir la limosna lo cual haya de ser por sus antigüedades sin que ninguno falte, por ser cosa que toca a todos y necesidad de la villa.” (Acuerdo del año 1646)
Eran rogativas a las que asistía toda la población, y dada la gravedad del asunto, también los miembros del concejo. Durante las celebraciones era preceptivo dar limosna y alumbrar con cera, gasto que se describe no sólo en las referencias de la Cofradía de la Virgen del Espino o el ayuntamiento, sino también en los documentos de la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno: Durante el siglo XIX, los miembros de esta cofradía asistían a las rogativas a Ntra. Sra. del Espino de diferentes modos. O bien las encargaba la propia Cofradía del Nazareno, pagando a la iglesia gastos por “una rogativa a Ntra. Sra. del Espino que se mandó hacer por esta Cofradía en mayo” del año 1868, o bien agradecía el favor recibido tras la rogativa: en 1857 paga al predicador D. Pedro Parra “por el sermón de acción de gracias a María Santísima del Espino.”
También se celebraban estas oraciones públicas dirigidas a la figura de Ntro. Padre Redentor Jesús Nazareno como intercesor. Así, su Cofradía pagaba “por la rogativa hecha a Nuestro Padre Jesús” en 1856, o compraba la citada cera “para el culto de Ntro. Padre Jesús durante la rogativa”. También en 1872 encontramos pagos por “una rogativa que se hizo por la Cofradía en el mes de mayo”.
Documentada la antigüedad de esta práctica en nuestra población, baste confirmar que la costumbre llegó hasta las puertas del siglo XX y que se recuperó con gran devoción en la posguerra, recordando el propio Almarcha rogativas de importancia a principios de la década de los 50, cuando la imagen de la Patrona fue trasladada a un templo parroquial todavía sin terminar.
Años de procesiones y eucaristías en la iglesia, que contaban con un valioso elemento cultural añadido más allá de la liturgia y la oración oficial: la devoción popular salpicada de oraciones cantadas que hoy, lamentablemente, se han perdido. Lo recuerda mi madrina, Teresa Fernández: En el colegio de las Concepcionistas Franciscanas, las monjas les decían “vamos a cantar, que hay sequía”. La hermana se colocaba frente a ellas, con una improvisada batuta en la mano para dirigir al coro, y las niñas comenzaban la rogativa aprendida:
“Virgen del Espino,
extiende tu manto
y dile a tu Hijo
que riegue los campos.Los ríos se secan,
Las plantas no nacen.
Todos moriremos
“alredor” del hambre.Virgen del Espino,
a tu puerta llaman.
Son niños y niñas
a pedir el agua.Virgen del Espino,
plana tortolilla,
mándanos el agua
al pueblo (de) Membrilla.”
Después, España sufriría nuevos periodos de sequía intensa, sobre todo en los años 1982-1984, 1991-1996 y 2005-2009. Periodos menos graves de falta de agua se vivieron entre los años 1975-76, 1987-88, 2000-01 y 2017-18.
Durante el año 2022, una nueva etapa de sequía amenaza a la población de Membrilla y sus agricultores. El hombre vuelve a mirar al cielo y el propio Obispo de Ciudad Real retomaba la esencia de aquellas rogativas publicando el Decreto “Ad petendam pluviam”: “confiados en la palabra de Dios que nos dice “pedid y recibiréis”, y teniendo en cuenta la sequía pertinaz que estamos sufriendo, pido encarecidamente a todos los sacerdotes, a los consagrados y a todo el pueblo fiel que eleven oraciones al cielo para que el Señor, que todo lo puede, nos conceda la lluvia necesaria para nuestros campos». No reclama el obispo grandes actos de fe procesionales ni novenarios. Basta la oración: «Un modo sencillo de hacerlo además de la oración personal, es implorar la lluvia en todas las celebraciones de la eucaristía» mediante las preces y oraciones apropiadas. A este ruego se unía desde Membrilla la Cofradía de la Virgen del Espino: "Que Ntra. Sra. del Espino extienda su manto sobre nuestros campos y haga caer la lluvia tan deseada. Ave María."
Una situación que se ha agravado durante este 2023 hasta límites extremos, poniendo en peligro cultivos, ecosistemas y el propio abastecimiento humano. Se vuelve a poner la mirada en la protección divina. En numerosas localidades españolas ya se están realizando o preparando salidas extraordinarias de los Patrones para invocar la lluvia, tan necesaria. Desde la Cofradía del Espino y la Parroquia, de nuevo comparten una oración dirigida a la Madre del Espino.
Es el nuevo milenio, con llamamientos digitales mediante redes sociales a la oración sencilla. Pero es la misma falta de agua. Es la misma mirada al cielo, como “desde el principio de los tiempos”.
Fdez. Megías